Frederick es un ratón de campo un poco distinto a los demás, pero no porque sea un ratón más grande o más feo, sino porque tiene sueños y no quiere perderlos. Mientras los ratones normales recogen provisiones para el invierno, Frederick parece no hacer nada porque se limita a recoger palabras, colores, rayos de sol y a soñar. Su familia se lo reprocha pero el dice que también está trabajando. Cuando llega el invierno tan largo, tan duro, tan frío y tan gris, la comida empieza a faltar y es cuando Frederick echa mano de sus provisiones y les recuerda a todos que hay un mundo lleno de luz, cálido y acogedor. Todos se sienten felices de contar con él y él se siente feliz por ello.
El cuento está ilustrado por el propio autor, que resalta los colores como manchas que irrumpen en la monotonía, como esas cosas que nos permiten tener esperanza y seguir viviendo.
El alimento del alma es tan necesario como el material...... buen cuento, cuando mi nieta crezca se lo leere. Besitos Toni
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